Noche en Moncloa

No puedo ver con nitidez los rostros de los otros tanseúntes. Camino sin destino fijo, absorto por la música que suena en mi reproductor de mp3. Creo que estoy en Alberto Aguilera o una calle muy parecida. Recuerdo que en Moncloa hay un local que me gustaría visitar. La última vez que estuve en Madrid con Tilo, él se negó a entrar. El Manantial de la Salsa, así se llamaba el garito. Estaba a rebosar. No había otros pubs en los alrededores y en ése cabían todos los que querían entrar. Me encanta la salsa y me quedé con ganas de marcarme algún baile en ese templo caribeño. Madrid es demasiado triste para un caminante solitario, cualquier sitio lo es menos el Paseo Marítimo de A Coruña. Debo relajarme y tratar de olvidar, al menos el pasado reciente. Ayita me preguntó qué tal terminé la noche. Como es lógico, tuve que ocultar parte de la verdad. No le mentí. No va conmigo, no soy así, no miento. Jamás. Sólo cuento la verdad que se puede contar. Nada más.
—'Cause you're beautiful. Like no other. 'Cause you're beautiful. Maybe tonight, they'll see you tonight. Beautiful .... beautiful. And it's no good waiting by the window. It's no good waiting for the sun. Please believe me, the things you dream of they don't fall in the laps of no-one—. Canto con voz baja lo que suena en mis auriculares: "Flawless (Go To The City)", de George Michael.—Absolutly flawless.—Es fácil seguir el ritmo de esta canción. Adapto mi forma de caminar al tempo de la música. Llevo puesta una chaqueta de punto con un refuerzo frontal de imitación a piel de color marrón oscuro. Debajo, llevo una camiseta granate de manga larga, ajustada al cuerpo. Visto un pantalón de lycra gris marengo con rayas blancas muy finas y calzo unos zapatos de suela alta negros, también de imitación de piel. Una cadena gruesa plateada, que no de plata, brilla en el poco espacio que deja la abertura de la cremallera de la chaqueta. Tengo un aspecto estilizado y me siento cómodo. Es una buena noche para olvidar.
Estoy ya cerca del garito. Una chica me sonríe, eso creo. No llevo gafas, no lo podría asegurar. Le sostengo la mirada. . Me sonríe. Le devuelvo la sonrisa. Pasa y no la pierdo de vista. Le hago un barrido visual de arriba a abajo. Ella se gira un segundo y vuelve a sonreír. Me gusta esta sensación. Se va. Morena, guapa y alegre. Buen presagio. Buena noche.—Always the same. Yes, you're movin' up. Well you've got to think of something' cause your job pays you nothing, but you've got the things God gave you. So, the music may yet be your saviour.—
Es como lo recordaba. Gente fuera, mucha gente. Guardo los auriculares y el reproductor de mp3. Se llama El Manantial de la Salsa, pero está sonando "El Rompecintura" de Los Hermanos Rosario, merengue puro. Doy el cante. No logro ver a ningún blanco en la entrada. Tal y como recordaba. Entro. Algún tío me mira con curiosidad y desprecio, pero procuro no alterarme por eso. Me abro paso como puedo, manos en el bolsillo para evitar problemas, hasta la barra. Me atiende una chica con cara de resignación.
—¿Qué te pongo?—
—Un destornillador.—La chica parece no entender mi pedido.
—¿De punta plana o de estrella? ¿Qué quieres, papi?—Se hace la graciosa, pero no demuestra alegría. Veo que no trabaja el argot alcohólico aunque sabe algo de bricolaje.
Vodka con naranja, Schweppes, si puede ser.—Le digo bien alto. El volumen de la música me obliga a ello.
—¿Qué vodka? ¿Eristoff, Finland, Absolut? ¿Qué?—
—El que quieras, joder, el que quieras.
—Okey, papito.—No es su día. Creía que podía ser el mío.
Con el vaso de tubo en la mano, me muevo hacia el centro de la pista. La música y el baile evitan que la gente se fije en mí. Mejor. Parece un ambiente demasiado cerrado. Basta con alzar la vista y ver más de cinco banderas de Quisqueya, bandanas con los colores nacionales y hasta tops con la enseña dominicana. No soy el típico cliente, pero aspiro a serlo.
Hay dos chicas en la barra que están hablando y riendo. Una de ellas me mira de reojo. Me dejo querer. Qué cojones. Me acerco a ellas. ¿Por qué no? Salgo sólo de noche por una ciudad que no es la mía, entro en un pub repleto de dominicanos en el que parezco una farola en la noche y quiero bailar.
—¿Ta to? ¿Bailas?—Intento ganarme su confianza rápidamente.
—To ta.—Ríe.—Tú no eres dominicano. ¿Por qué saludas así?—No le molesta mi burda imitación del acento de República Dominicana. Es más, le hace gracia. La amiga no dice nada.
—Mujer, no eres la primera dominicana con la que hablo. ¿Cómo te llamas?—
—Keila, me llamo Keila, y ¿tú? ¿No eres español?—
—Soy gallego, me llamo Anxo, pero todos me llaman Chiño. ¿Conoces Galicia?—Bien. Hay conversación. Va todo como debería de ir.
—¿Anso? Me gusta ese nombre. Galicia es un sitio como Irlanda me dijeron, ¿no?—Pronuncia mal mi nombre, pero esto no es una clase de fonética.
—¿Irlanda? ¿Acaso conoces Irlanda?
—Por las películas, jevito, por las películas.
La conversación sigue por la rama antropológica. A los diez minutos, la amiga de Keila decide irse. Mejor. Poco después, pasamos al baile. No lo hago bien, lo suficiente para no hacerle daño y no pisar a otras personas. Reímos. Todo culmina con la frase esperada:
—¿Tienes algún sitio por aquí adónde podamos ir?—Me susurra al oído.
—Lejos, ¿y tú?—Ella asiente con la cabeza a mi pregunta.—Absolutly flawless.—
—¿Qué dices? No te entiendo.—
—Nada, olvídalo.—

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Greets to the webmaster of this wonderful site! Keep up the good work. Thanks.
»

Descritor. dijo...

Hola, puse un comentario aqui pero veo que no ha salido. Hago otro intento para ver.

Descritor. dijo...

Ahora si salió. Bueno, quería decirte que me ha gustado mucho este ¿post? No se, no se mucho de esta terminología; pero bueno, la cuestión es que también escribo y estoy prerparando un escrito a manera de novela, si se quiere, para irlo poniendo en mi blog. Pero lo que te escribía era que esta muy bueno este escrito tuyo. Me ha mantenido en el hilo hasta el final y me ha entretenido mucho. Te felicito por él. Espero que algún rato leas también el mío. Aunque lo he de empezar a poner, Dios mediante, dentro de unos pocos días más cuando lo termine de corregir.