Sábado noche en Ferrol

­­—Es demasiado tarde para ir a otro sitio, creo que ya debemos ir pensando el regresar. —Tilo.
—Podríamos volver p’al quel o podríamos estar otro poco más, la verdad, me da igual. Lo único que hicimos fue ver chorbas pasar y nada. Una noche más, otra más... Mira, esas dos rubias de ahí no nos paran de junar. ¿Qué tal si hacemos algo de una vez?­—Replico.
Julio y yo nos acercamos a dos chicas rubias teñidas que charlan a gritos cerca de una de las esquinas de la discoteca. Las dos nos miran con desgana cuando ven que nos aproximamos. Tilo está algo borracho, yo no, no he bebido nada durante toda la noche. Son las cinco y Zebra es un punto caliente. Apenas hay sitio para trazar una línea recta hacia las chicas, pero ellas se dan cuenta de que son nuestro objetivo.
¿Éste es el mejor sitio de Ferrol para estar perdiendo el tiempo a estas horas o conocéis algún garito decente?­—Les grito nada más llegar a su lado.
—Perdonadle, es que es muy burro. Hola, yo soy Julio. Él es Anxo. No somos de aquí, por eso pensábamos que vosotras...
­—Tampoco somos de aquí.­—Contesta una chica. —Somos de O Grove. Bueno, yo soy del Grove, Ana, en realidad, es de Portonovo.
—¿Ana? ¿Y tú a qué nombre respondes, si puede saberse?­—Pregunto.
—Sabela.­—No dice nada más.
—¿Y venís mucho por esta ciudad fantasma? —Intento que la conversación dé algo más de sí.
­—Lo suficiente como para no repetir con demasiada frecuencia.­—Ríe Ana.
—Bueno, a mí no me gusta tanto como para vivir toda la vida en ella, pero los sábados por la noche, Ferrol no está nada mal. Aunque hoy no sea el mejor día. Yo no soy de aquí, como dije, pero sí trabajo aquí desde hace un tiempo y me sé mover relativamente. Si queréis, nos podéis acompañar a un tapadillo que no está nada mal. Abre hasta las siete. No me acuerdo cómo se llama, pero ponen música buena: Otis Reding, Aretha Franklin, Ray Charles, U2, R.E.M., ... Vamos, cosas buenas. ¿Qué, os animáis?­—Propone Tilo.
—Vale. ¿Dónde está eso?­—Me sorprende Sabela por su respuesta rápida y, sobre todo, afirmativa.
—Seguidme­. —Julio me mira y desprende satisfacción.
­—Espero que merezca la pena, ahora están poniendo "Jungle Boogie" de Kool & The Gang. Hacía mucho que no la oía, y, en una disco, es un lujo.
—No me jodas, Chiño. —Nos vamos.
Llevamos dentro del lugar que propuso Julio media hora. Nos abrió la puerta un tipo con barba, una camisa verde desteñida con lejía, unos vaqueros gastados y rotos en las rodillas y que calzaba unas Converse clásicas. El humo del local hace que se me humedezcan más de lo normal los ojos. Eso y la emoción que supone ver que, al final, la noche puede terminar bien. La conversación es fluida. Las chicas son guapas, la música es buena. Todo va sobre ruedas. Suena “Flowers On The Wall” de los Stalter Brothers. La melodía sugiere una estética “Pulp Fiction”, pero no es así. Risas, miradas perdidas, de nuevo risas algo forzadas, dos besos y una despedida hasta que la casualidad nos ponga en el mismo camino. Un camino que va a ser difícil recorrer. Sigue lloviendo en Galicia y nos empapamos en la vuelta a casa de Tilo.

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